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CONSEJOS PRÁCTICOS PARA HABLAR BIEN EN PÚBLICO SIN MORIR EN EL INTENTO

Quizás te reconozcas a ti mismo entre aquellos que tienden a buscar asientos discretos en las salas de conferencias para evitar que el orador les haga intervenir en uno de sus juegos; o entre los que nunca levantaban la mano en el colegio, aunque supieran responder perfectamente a la pregunta planteada. Quizás te cuentes entre aquellos que prefieren seguir una conversación desde la observación e intervenir sólo cuando no tienen más remedio. Si eres de los que te tiemblan las piernas cuando debes dirigirte a una audiencia, por mínima que ésta sea, te encuentras entre la incalculable multitud de seres humanos que les aterra hablar en público.


Tengo que decirte, que lo que te pasa es mucho más habitual de lo que piensas. El sentido del ridículo es, lamentablemente, algo muy arraigado en nuestra cultura y el único modo de hacer el ridículo es exponernos a la mirada y al juicio de los demás. Si nos escondemos en nuestra concha, nunca podremos ser brillantes, pero tampoco corremos el riesgo de perder nuestra autoestima.


Sin embargo, hoy en día, sea cual sea nuestra profesión, estamos llamados a exprimir nuestras habilidades comunicativas. Sea en una reunión, en una intervención especial, en una presentación o en un acto formal.

Hablar bien en público no es fácil, pero tampoco es tan difícil como parece.


La buena noticia es que todos podemos aprender a hacerlo con soltura, y aquí encontrarás consejos para poder deshacerte de ese miedo paralizante y saltar a la palestra con garantías de éxito.


El peor error que puedes cometer es centrarte en ti mismo y no en tu audiencia. Si estás pendiente de ti, de tus temores e inseguridades, de lo bien o mal que lo estás haciendo, lo más probable es que lo hagas mal.


1. La primera clave está en crear conexión. Para lograrlo te propongo que ejecutes estos sencillos pasos:

  • Mira siempre a los ojos

  • Realiza un barrido con tu mirada

  • Haz preguntas que los asistentes puedan contestar interiormente

  • Inicia con algo impactante (un ejemplo, una estadística, una historia) que te sirva para conectar con lo que vas a explicar. A las personas nos seduce escuchar historias. El storytelling es una buena técnica para generar atención en el espectador.

2. Adapta el tema a tu audiencia


Explicarle a un niño de 3 años qué es el universo y que lo entienda es posible sólo si se lo explicas como necesita un niño de 3 años. Infórmate de quién va a ser tu audiencia. Intenta tener referencias de su edad, su nivel educativo, su estrato social, su rol profesional, etc... Aunque se trate de un grupo muy heterogéneo, siempre habrá algún perfil psicosocial que puedas definir. Pon el foco en ellos y ajusta tu speech a sus características.


3. Conecta con lo humano


Por muy técnico o específico que sea el tema a tratar, no te pierdas en las cifras, los datos y los hechos objetivos. Aunque tu intervención trate del “Estudio anatómico de la fosa pterigopalatina”, debes buscar conexiones con lo emocional. Por muy fan que tu audiencia sea de la medicina, si no conectas con su parte humana escucharás sus ronquidos desde tu atril.


Para conseguirlo es interesante que te centres en mostrar cómo resolver problemas reales más que en conducirlos con maestría por el universo de lo teórico.


4. Muestra siempre energía


La monotonía es el enemigo público nº1 de la atención. Ésta se gana y se mantiene a través del ritmo, de la entonación y del lenguaje no verbal. Modula tu voz. Pon énfasis en los puntos más importantes regulando la energía que imprimes en las palabras.


Un secreto: si quieres que tu hijo se duerma rápido cuando le lees “Caperucita”, explícaselo con un tono monótono y en voz baja. Te aseguro que se dormirá antes de que la niña de la capa roja llegue al bosque. Mano de Santo.

5. Destierra las posturas de inseguridad


La inseguridad es una de las actitudes más difíciles de ocultar porque nuestro lenguaje no verbal actúa como un Judas. Mantente firme en tu posición. No cruces los pies, ni las manos, ni las escondas en tus bolsillos. Nunca te lleves las manos a la espalda y evita pasear convulsivamente por el estrado, como si anduvieras cazando conejos.


Por el contrario, mantén una postura de autoridad, gesticula sin exagerar, pero de un modo seguro, abriendo los brazos y llevándolos hacia adelante o hacia los lados. Expresarse con las manos abiertas transmite sinceridad, lo que te hará más creíble ante tu audiencia.


Realiza movimientos amplios para enfatizar puntos de tu presentación. Actúa de un modo natural, manteniendo la atención sin llegar a exagerar la teatralidad. Ser nosotros mismos es lo que mejor funciona, así que ¡muéstrate como eres!


6. Y, por favor, sé breve


Sigue al pie de la letra el aforismo de Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, al que añadía “Y aún lo malo, si poco, no tan malo”. La brevedad te va a salvar. Si lo que dices resulta interesante, brillarás y arrancarás una gran ovación. Si no lo es tanto, al menos te salvarás de escuchar rumores y comentarios en mitad de la platea.


¡Y no valen las excusas! Tú juegas con ventaja. Si no me crees, te invito a conocer la historia de Nick Vujicic, quien ha llegado a ser uno de los mejores oradores motivacionales, con mayor reconocimiento en todo el mundo, puedes consultar su historia aquí.



Hablar bien en público va de cautivar y convencer; va de dar una buena impresión de ti y de hacer sugerentes tus ideas. No va de ser un gran orador, sino de expresarse eficazmente. Hay discursos técnicamente lamentables que han levantado grandes aplausos por su naturalidad, sencillez y conexión.


Por último, te doy unos pocos consejos prácticos de andar por casa, para iniciarte en la oratoria en la intimidad


  1. Practica en el salón de tu casa: háblale a los cojines de tu sofá (¡en serio!). Colócalos a la misma distancia, ponte de pie frente a ellos e inicia tu discurso barriendo tu mirada de uno a otro. Nadie te aplaudirá, pero tampoco te vas a sentir juzgado.

  2. Sitúate frente a un espejo: observa bien tus movimientos y hazlos conscientes. Substituye aquellos que no te impulsan por otros que transmitan fuerza, energía y credibilidad, ¡créete a ti mism@!

  3. Escribe una historia para iniciar tu discurso: oblígate a abstraerte de los datos y cifras y genera un relato introductorio que cautive.

  4. Repite, repite y repite… hasta que te salga solo. Pronto te sorprenderás poniendo caras conocidas a tus cojines (tu jefe, tu cliente, tus compañeros…) y hablándoles sin miedo.

  5. Por último: ¡Dios, quítate el pijama! Ponte la misma ropa que usarás cuando subas ahí arriba. Como dijo Coco Chanel, “Viste vulgar y sólo verán el vestido. Viste elegante y sólo verán a la mujer” (¡o al hombre!).

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